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La importancia del sueño infantil

La importancia del sueño infantil

“El sueño es siempre una parte infravalorada”.

Dormir es una necesidad primaria para el ser humano. A lo largo de nuestro desarrollo evolutivo pasamos por diferentes fases y ciclos de sueño, así nuestras necesidades en relación al sueño van variando. Lo mismo ocurre entre los niños-as. Los tiempos de sueño varían en función de la edad y de las necesidades individuales de cada niño-a. Lo cierto es que, el tiempo “ideal” de sueño sería aquel que les permite desarrollarse en su día a día con normalidad. Como sabemos, el ser humano cuenta con fases diferentes de sueño: la fase no – REM que se caracteriza por que el cerebro tiene una actividad similar a cuando el individuo está despierto y el sueño REM, un sueño mucho más profundo en el que su función es consolidar los aprendizajes y consolidar nuestras habilidades motoras.

En la actualidad, los adultos llevamos en nuestro día a día un ritmo tan frenético que acaba por repercutir (por desgracia) en nuestros hijos-as. Es una realidad que ni adultos ni niños-as descansamos lo suficiente. No hay más que ver como en las últimas décadas los problemas y trastornos de sueño no paran de aumentar en la población adulta, pero, este suceso comienza a ser un problema también de la infancia. La diferencia es que un adulto (algunos al menos) tenemos la capacidad de regularnos y de gestionar el cansancio. Pero para un niño-a, es mucho más complicado y se nos olvida con frecuencia.

Muchas madres y padres acuden al gabinete asegurando que no consiguen que sus hijos-as terminen las tareas que les corresponden o que no quieren acudir muchas veces a sus actividades extraescolares. A pesar de que esto se puede deber a muchos factores casi siempre les lazo la siguiente pregunta:

– ¿Está o se muestra cansado-a a lo largo del día?

La mayoría no esperan esta respuesta y se quedan algo descolocados, pero, curiosamente, son muchos y muchas los que después de unos segundos me responden:

  • Puede ser… la verdad es que se acuesta y se duerme tarde y claro, luego le cuesta madrugar.

Desde edades muy tempranas, muchas veces por circunstancias inevitables, los niños-as están sometidos a unos horarios muy rígidos y a un ritmo muy acelerado, (aunque vaya totalmente en contra de la naturaleza de los niños-as) la guardería, la escuela infantil, el colegio, las actividades extra escolares, compromisos etc. Un niño-a pasa de media desde que tiene 5 años una media de 8 horas en el colegio, después tienen al día 1 o dos actividades escolares (muchas veces ni si quiera tienen un descanso al salir del colegio para poder merendar) y cuando han terminado, tienen que llegar a casa y ponerse con las tareas que les han mandado. ¿Cómo no van a estar cansados?

Por un lado, tenemos a aquellos niños-as que con “narcolepsia” un trastorno del sueño que se caracteriza por una excesiva somnolencia diurna. Un paseo por las aulas de los colegios demostraría que a lo largo del día en las aulas hay algún alumno-a que da cabezazos contra su pupitre de puro cansancio.

Al igual que cuando tenemos hambre o sed, la carencia de sueño hace que nuestro sistema nervioso se vea afectado. La irritabilidad es uno de los primeros síntomas. La falta de descanso agota a nuestro sistema nervioso lo que hace que el nivel de tolerancia sea menor. Por no hablar de cómo afecta a niveles de atención y concentración. Ahora, claro, en todas las aulas hay algún-a alumno-a que presenta TDA (Déficit de Atención). Desde luego, antes de pararnos a etiquetar al alumnado podríamos hacer un análisis más holístico de su situación.

Por otro lado, y no sé si muchos padres y madres son conscientes de ello, los niños y niñas en la actualidad pasan desde que tienen uso de razón parte de su día enfrente de una pantalla: móvil, Tablet, ordenador, televisión, consola etc. Son varios ya los estudios que han demostrado y recalcado los efectos tan negativos que presentan el abuso de estas tecnologías en la infancia. De hecho, muchos expertos no recomiendan el uso de las mismas hasta que el niño-a presenta más de 3 años. Pero parece que si no das un elemento de este tipo a tu hijo-a la sociedad te juzga como “mal o mala madre” y nos encontramos con niños y niñas que tienen móvil propio con 7 años y muchos y muchas de ellas con cuentas propias de redes sociales. Luego, los adultos en nuestra infinita ignorancia les recriminamos que no hacen un uso adecuado de las nuevas tecnologías y que están enganchados. ¿Cuántos adultos están igual? ¿Por qué exigimos a los niños y niñas que sean capaces de gestionar situaciones y conductas que ni si quiera nosotros somos capaces? Y lo más importante, ¿por qué les exigimos que lo gestionen si ni siquiera hemos empleado tiempo y esfuerzo en enseñárselo? El problema es que, la sobreestimulación de las pantallas tiene un efecto devastador en todos los aspectos, y también y al hilo del tema principal del post en el sueño.

El cerebro es uno de los órganos que más activo se mantiene a lo largo del día y por ello, necesita descansar y dormir para la regeneración celular. Las pantallas generan una serie de estímulos tan potentes que lo único que hacen es conseguir el efecto contrario: excitar.

La universidad de Boston realizó un estudio sobre cómo la falta de sueño afectaba al rendimiento académico de los estudiantes. Demostró que en países como esa falta de sueño estaba relacionada en un porcentaje muy alto con la sobreestimulación tecnológica. De hecho, el uso de las pantallas cerca del rostro está demostrado que manda un mensaje al cerebro de que tiene que estar despierto ya que, el cerebro lo interpreta como que es de día.

Otro estudio dirigido por el doctor Ben Carter, de la escuela de medicina de la Universidad de Cardiff señaló que “los resultados de las investigaciones proporcionan una prueba más de los efectos perjudiciales de los dispositivos tecnológicos tanto en la duración del sueño como en la calidad”.

Por tanto, como padres y madres lo mejor que podemos hacer para garantizar un sueño de calidad en nuestros hijos e hijas es trabajar una serie de hábitos y rutinas que si somos conscientes las adquirirán y llevarán a cabo. Es algo muy común cuando los bebés son recién nacidos, pero luego, no sé muy bien por qué pretendemos que lo lleven a cabo ellos solos. Error. Este tipo de procesos llevan tiempo, por eso, hay que ser consecuentes y constantes si queremos que den resultado.

¿Qué podemos hacer?

Respetar los ritmos y procesos madurativos y evolutivos.
Evitar actividades estimulantes antes de dormir.
Evitar, al mismo tiempo, elementos tecnológicos antes de dormir.
Evitar comidas excitantes (Azúcar especialmente)
Establecer unas rutinas que se repitan de manera que ayude a los niños-as a adquirirlas (Adaptarlas a la edad de cada niño-a). Bañarnos tranquilamente. Ponernos el pijama. Preparamos la ropa del día siguiente.Cenamos Lavarnos los dientesLeemos un cuento
Los masajes son muy empleados en oriente por su efecto relajante. Utilizar un aceite esencial y realizarles un pequeño masaje a parte de resultar muy agradable, favorece el contacto con nuestros hijos-as.
Es importante conocer los ritmos de nuestros hijos-as para poder adaptarnos. Por ejemplo, si nuestra hija tarda en terminar la cena y se nos acaba solapando con la hora de irse a dormir por que se hace tarde y acabamos gritándole y metiendo prisa, adelantaremos 30minutos la hora de la cena.
Ser ejemplo.

Por otro lado, aunque sabemos que las circunstancias muchas veces no lo permiten, explotar el horario de nuestros hijos-as con mil actividades extraescolares, no ayuda. A diferencia de lo que opina mucha gente, el exceso de actividad no cansa ni desgasta más, no. A la larga estimula y excita más.

https://www.bbc.com/mundo/noticias/2013/05/130506_falta_de_dormir_estudiantes_ao.shtml%20
https://faros.hsjdbcn.org/es/noticia/falta-sueno-uno-principales-motivos-fracaso-escolar
https://ecodiario.eleconomista.es/salud/noticias/7928882/10/16/Las-pantallas-antes-de-dormir-duplican-el-riesgo-de-falta-de-sueno-en-ninos.html

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